Taxidermia

Está claro que dentro de los autores con ganas de hacer sentir algo diferente al público, está el húngaro György Pálfi. Cuando la veas no te vas a quedar igual, no vas a decir que es otra película más o que es un quiero y no puedo, no sabrás lo que has visto en realidad. Pero lo que si sabrás es que corta no se queda cuando se trata de inspirarte sensaciones. He leído por ahí que es una metáfora sociopolítica de la historia de Hungría, y como nada conocedor de su historia, no soy capaz de determinar los motivos. Ahí queda para los expertos el explicarlo. Lo que sí es cierto es que podemos ver la historia de tres generaciones de una familia húngara desde la Segunda Guerra Mundial, pasando por la Guerra Fría y terminando por la actualidad, en las que el estilo de vida de cada etapa es como poco siniestro.

Todo comienza con el Soldado Morosgoványi sirviendo a su superior, Balatony Kälman, en un puesto militar dejado de la mano de dios. Lo cierto es que el tipo vive una vida de mierda y duerme en una chabola al lado de las letrinas, teniendo todo tipo de fantasías sexuales y comportamientos extraños. Su vida es una constante vejación y para hacerlo más evidente, el director nos lo plasma medio deficiente y con el labio leporino. No obstante, la vida de Morosgoványi da un giro el día que matan un cerdo (y aquí no estoy muy seguro) se tira a la mujer de su superior y luego a los restos del cerdo en un tótem de carne construido para su fantasía. Balatony no duda en pegarle un tiro cuando lo atrapa sobre los restos, pero acaba criando al niño que es presuntamente fruto de esta relación (¿fue real?).

En la siguiente etapa, el niño es mayor y compite en una especie de olimpiadas de la glotonería, siendo los campeones hombres con sobrepeso capaces de tragar kilos de comida en las competiciones. Lo cierto es que las escenas aquí son grotescas y no aptas para estómagos sensibles. Los descansos de estas competiciones se convierten en torneos de bulimia para recuperar el máximo espacio posible antes de regresar. Balatony Kálmán, el niño y campeón húngaro, vivirá una desdichada historia con su mujer (también campeona de este “deporte”) que le pondrá los cuernos, sufrirá enfermedades y finalmente tendrá a su hijo (¿su hijo no?) Balatony Lajoska.

Y si hasta aquí la película te parecía rara, Balatony Lajoska va a rubricar un final acojonante. Y aquí si que no me voy a extender. Lajo es taxidermista y cuida de su padre (que a estas alturas es una mole de 400 kg) en su tiempo libre. La parte final es una auténtica obra de arte.

Presentada la película, os diría que la vierais. En lo que se refiere a visualizar contenido grotesco y degenerado, es de las que más cumplen sin tener que pasar por el gore y el humor absurdo.