Impresiones de la primera temporada de 30 Monedas (30 Coins)

Con esta serie de producción española se cierra un ciclo larguísimo en el que me había prácticamente desconectado de nada que se hiciera en la tele que saliera de suelo español. Ha venido a rescatarme Alex de la Iglesia con esta propuesta que la verdad es que me ha enganchado desde el primer momento.

No soy muy fan de las producciones patrias (y en eso para gustos colores), pero cada cierto tiempo se hace alguna película que despierta mi interés (sí, ahora el Dia de la Bestia está muy manida, pero cuando no había televisión a la carta es de esas películas que, si la ponían, allí estaba yo para verla). La última que vi fue las Brujas de Zugarramundi si no recuerdo mal. Tal vez alguna más.

La serie de 30 moneras, que por cierto ofrecieron en Cartelera en Sitges (aunque en ese momento preferí atender a otras), es una de esas producciones patrias que me enganchan. Vamos entonces a entrar en materia, ¿Qué nos ha ofrecido esta temporada?

En primer lugar, nos ha introducido paulatinamente en una de esas conspiraciones con tintes sobrenaturales en las que tanto nos gusta ver mezclada a la iglesia católica. Poco a poco ha ido transmitiendo la trama, sin llegar a desplegarla completamente, y además usando como trasfondo la interpretación de los evangelios.

Nos ha dejado magia. En esta serie no solo se conspira, la magia es totalmente real y tiene sus reglas. Llegado el final de esta primera temporada, todo el mundo tiene claro que no van a volver atrás. La magia es el presente y nunca más una superstición y esto para mí es un punto muy positivo que, bien tratado, puede derivar en muchos arcos argumentales diferentes (aunque es cierto que podría perderse con esto, esperemos que lo lleven bien).

Nos ha dejado al Padre Vergara. Me encanta ver a un sacerdote con un alijo de armas y una voluntad (y unos puños) de hierro. En todo momento me parece el personaje más creíble junto con su antítesis. No es por desmerecer a los demás actores, pero ahí Eduard Fernández se lo curra un montón.

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Y en un acelerado final nos ha dejado desmadre. Marca de la casa de la Iglesia. Se han tenido guiños a lo largo de la serie, con algún monstruo sobrenatural y alguna salpicadura de sangre, pero el último episodio me ha dejado satisfecho. No voy a spoilear todavía, pero digamos que los decorados que tiene el pueblo (y sobre todo el castillo) donde se realizan los ritos finales me han dejado una muy buena impresión.

Por supuesto que tiene sus defectos, como pequeños fallos argumentales que se rellenan por los patrios huevos o escenas que no es que no tengan ningún misterio, es que se las ve venir tanto que pueden dar un poco de vergüenza ajena. Sin embargo, creo que esto lo podríamos llegar a interpretar casi como un guiño al espectador. Lo importante es todo lo demás.

En general muy contento. Espero ver una segunda temporada si nada lo impide, porque lo que es seguro es que la historia no ha terminado.