¡¡¡Transformers Nostalgia!!!

Pues hoy es tiempo para la nostalgia y para rescatar ese curioso caso de éxito en el que un producto comercial fue antes que todo el material escrito, animado y filmado posteriormente sobre el tema. Hablamos de Transformers.

Todo empezó con un olfato que demostraría ser brutal por parte de los responsables de Hasbro de la época, que se hicieron con los derechos de dos incipientes conceptos de juguetes que empezaban a venderse en Japón en los años 80. Se basaban en robots humanoides y robots capaces de transformarse. Fue a partir de ese punto en el que se hizo forjó toda la historia de Transformers con el único objetivo de llegar al público con un trasfondo sólido y vender. Lo dicho, una de esas decisiones que marcan un negocio provechoso que va yendo y viniendo desde hace 40 años.

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Fue ahí donde aparecieron por primera vez las razas de los Decepticons y los Autobots, enfrentadas en su planeta de origen, y de las que dos pequeños grupos fueron a encontrarse en la Tierra. Los Autobots, al mando de Optimus Prime, se estrellaron con el Arca y quedaron atrapados en la Tierra. El concepto original, hablaba de la Matriz de la Creación cuyo actual portador era Optimus Prime es la que da vida a las máquinas. Esta matriz ha pasado por varias manos (incluida por un Decepticon que causó estragos al ser poseído por ella), pero los más destacables son el propio Optimus Prime y Hot Rod (Rodimus Prime) que sería protagonista en la película animada de Transformers: The movie.

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Esta primera generación de Transformers tenía toda la magia que después se ha explotado de la serie. Siempre iban saliendo grupos y más grupos nuevos de personajes cuyas transformaciones se iban adaptando a su carácter y que constituyeron al final un ejército tremendo. Estaban los Dinobots (llevados a la gran pantalla con poco protagonismo), los Predacions, Constructicons, Insecticons, Protectobots, etc Como veis la terminación indica el bando y la raíz inicial la temática. Un éxito rotundo para vender. Luego llegaron los robots que se combinaban con especies humanoides biológicas, de los que los más importantes fueron los Headmasters, y entre ellos los que robaron protagonismo a Optimus y Megatron: Fortress Maximus y Scorponok. De esta etapa (obviando el final con Unicron) me quedo con la saga de la Base Submarina y con la ascensión y caída del famoso Starscream, el lugarteniente con pretensiones de Megatron. Esa saga fue tremenda y enlazó un gran número de cómics, pero lo mejor de ella fue la gran cantidad de personajes que aparecieron y que murieron a manos de un Starscream henchido de poder. Épico ver a Autobots y Decepticons luchando juntos para defenderse del traidor.

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Más adelante ha habido actualizaciones. En dibujos animados se han visto Beast Wars/Beast Machines (tercera línea de juguetes) y primera serie creada en 3D, Robots in Disguise cuyo tono y dibujo cambia claramente o Transformers Armada. Incluso hoy en día puedes ver en Netflix la serie de “La Caída de Cybertron” de animación (sí, he picado y aunque aún no la he terminado, no me disgusta).

Es con todo este movimiento con el que llegamos a las películas que ya sí, son para el gran público y que le dieron un empujón a todo el Merchandising. A pesar de que no son precisamente grandes obras de arte, cuando uno lleva tanto tiempo encariñado de Transformers pues es evidente que va a caer. Y tengo que decir que sabían tan bien qué tipo de cliente iba a ir a ver las películas que empezaron por lavar la imagen de Bumblebee pasándolo de un escarabajo a Camaro amarillo y metiendo a Megan Fox en pantalla arreglando motores. Putos genios. Sin embargo, y de esto hablaré más adelante, abusaron tanto del éxito de las primeras películas que consiguieron que hasta un servidor se durmiera a la mitad de la quinta y no tuviera ganas de volver a intentarlo. ¿Bumblebee en solitario? Otro insulto.

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Pero lo que ocurre es que, si mañana resetearan la franquicia, y lo hicieran con la voluntad y el atino con el que hicieron la primera película. Si mañana ocurriera eso, volvería a picar.

Y esto señores es lo que quería transmitir, un artículo sobre una historia de éxito en la que se tuvo el cuidado de dar un trasfondo a un producto y se les fue, para bien, de las manos.