Nuevamente se trata de un conjunto de historias que reflejan emociones, especialmente relacionadas con el amor. Doce relatos cortos en los que el autor experimenta con esa narrativa directa, sin complicaciones, que posteriormente se ha catalogado como “realismo sucio” tanto por la ambientación como por la ausencia de figuras heroicas como las entendemos en los cuentos habitualmente.
Amor paterno, amor de pareja, depresión, infidelidad y demás, son otra vez el objeto de estas historias en las que los personajes, que suelen ser gente común, viven situaciones a veces estresantes, pero no por ello menos cotidianas. Cada uno de estos relatos es una captura en un momento concreto de la vida de los personajes sin ninguna pretensión más. Entras en ese momento y sales y vas hacia el siguiente relato.
Una vez más, no es un libro que me haya llegado, exactamente igual que me pasó con “de qué hablamos cuando hablamos de amor”. Lo que sí puedo decir es que no es nada difícil de leer y que, como se dice, no ocupa espacio haberle dado una oportunidad. No me arrepiento, pero no guardaré una gran pasión por él.
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