La segunda de las novelas de la saga de Henry Chinaski. Lanzada años antes que la Senda del Perdedor, pero la siguiente dentro del orden cronológico de la historia, Factótum narra la vida del personaje ya alejado de su seno familiar.
El protagonista describe la vida de un hombre rechazado por la sociedad y plenamente consciente de ello. No ha sido declarado apto para luchar en la Segunda Guerra Mundial y trata de subsistir yendo de trabajo en trabajo, siempre de los peor cualificados, para poder dormir bajo un techo, beber y alimentarse lo mínimo. Vagabundea por la Norte América de 1944-45 pero especialmente en L.A. en donde trata de asentarse para poder escribir (pese a ser rechazado constantemente por las editoriales). Henry Chinaski nos da el perfecto ejemplo de lo que es la apatía y el desinterés absoluto hacia el trabajo, que algunos confunden con virtudes, cuando lo cierto es que únicamente quiere cobrar su cheque y gastárselo en cerveza, vino y a poder ser whisky. En cada trabajo va perfilándose como un profesional del escapismo y de la holgazanería. No es incapaz, simplemente no siente ningún interés por lo que hace dentro de la jornada laboral y además siente una profunda falta de respeto por cualquier autoridad.
En esta novela nos describe una vez más, sin que sea su misión principal, la vida de la época y, en especial, a los trabajadores del más bajo estatus de Estados Unidos. Chinaski no deja de preguntarse si lo indigno no es hacer todas aquellas tareas y sufrir todas esas vejaciones durante décadas para poder llegar a una jubilación. Es especialmente deprimente la descripción de los mandos intermedios de las empresas en las que trabaja, casi siempre tiránicos y orgullosos de unas responsabilidades a las que Chinaski no da ningún valor. Él es visto como un perdedor, pero él los percibe a ellos de la misma manera, agonizando en un trabajo durante 30 años para terminar amargando la vida de otros que empiezan como esta persona empezó en su momento.
En esta novela Chinaski empieza más claramente a mostrar sus difusas relaciones con las mujeres y su verdadero amor: la ociosidad. Es un peldaño más en la historia del protagonista, muy rápido de leer y, como todos los demás, recomendable.
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