Una curiosidad que me llega mucho más tarde y a una edad más adulta de lo que me llegó la película, que fue de niño, y que me he leído simplemente por conocer la historia que se fraguó de primero. Clive Barker, autor entre otras cosas de Cabal (la mítica película de Razas de Noche), publicó el libro en 1986 y tuvo el éxito suficiente como para tener una película de culto al año siguiente.

Se trata de un libro de terror, no nos engañemos, pero en su historia se entremezclan temas más elevados como el amor, el hedonismo o la sensación de agotamiento del mundo. Y es que a Frank Cotton, el antagonista con el que empieza la historia, ya no hay nada de esta existencia que le motive lo suficiente. Ambicioso y violento, y ávido de placeres cada vez más extraños, se embarca en un viaje de descubrimiento en el que acaba dando con la Caja de Lemarchand, un objeto que abre un portal a una dimensión de un placer fuera del entendimiento del hombre. Tan pronto como lo hace, los Cenobitas, habitantes de esa dimensión (con el aspecto de demonios de pesadillas sadomasoquistas) se lo llevan. Así empieza la novela.

Un tiempo más tarde, su hermano Rory, su mujer Julia y Kirsty (amiga de Rory y también enamorada de él en secreto), se involucrarán en la trama sobrenatural en la que Frank tratará de conseguir escapar de los cenobitas pasando por encima de quien sea. No voy a destripar más.

Yo recomendaría tener la novela, que es cortita, y ver las primeras tres películas de Hellraiser. Lo cierto es que al leerla te das cuenta también del trabajazo artístico que se pegaron para llevarlo a la gran pantalla.