“La Filosofía en el Tocador” es una novela atribuida al siempre polémico Marqués de Sade que vio la luz por primera vez, de forma anónima, en 1795. En este punto de su vida, el Marqués ya llevaba más de una década en prisión y en las referencias se comenta que pudo ver miles de decapitaciones en su presidio a las afueras de París durante el periodo del Terror. Siempre es importante ubicarse un poco en el contexto.
La obra en sí narra la historia de la degradación de una joven virginal, Eugene, que es atraída por el capricho y el siniestro plan de Madame Saint-Ange. En su divertimento, tanto Madame Saint-Ange, como su propio hermano el Caballero, y el invitado que guiará semejante introducción al libertinaje, Dolmancé, se confabulan para conseguir que Eugene traspase en el mínimo tiempo todas las fronteras de la virtud y se convierta en una criatura perversa y corrupta.
Muchos de los mensajes de la filosofía del Marqués aparecen de nuevo en esta historia, tal vez no tan reflexiva como las anteriores, y mucho más centrada en la descripción de los acontecimientos (que aún hoy en día son capaces de escandalizar a mucha gente). Personalmente, pienso que el viaje de la protagonista no es tal viaje, y que se requiere para todo cuanto hace, una predisposición natural. Estaría dentro de la filosofía del Marqués no censurar aquello que es natural, aunque en la moral de la época toma la apariencia de malvado. Sin embargo, el propio libro pretende pasar de la virtud absoluta de una joven virginal a un vicio criminal, y es aquí donde yo discutiría la elección de la candidata. Para mí todos los deseos estaban latentes bajo una capa de candidez. En todo caso, en Justine o las desgracias de la virtud esta reflexión queda mucho más clara.
Con el Marqués y sus libros siempre hay que tener una doble mirada. Su figura y el contenido de su obra es controvertida y, analizada con los ojos de un lector sin formación específica, es difícil de digerir. En el siglo XXI, tenemos una línea de pensamiento muy distinta (y con muchos matices a lo largo y ancho del mundo) de la de la época del Marqués, y el propio Marqués ya se reveló como un personaje muy diferente a los que le rodeaban en su época. Por lo tanto, muchas veces cuesta (y es discutible) distinguir entre el mensaje y la forma. En mi humilde opinión, el mensaje es que la especie humana no debe tratar de elevarse e imponerse una moral ya que, especialmente los que lo hacen, tienen intenciones ocultas y perversiones peores de las que nos imaginamos. Nadie se salva en las obras del Marqués, y todo tiene un aspecto salvaje y peligroso, aún cuando parecen mostrarse las mejores intenciones.
Como siempre, yo recomiendo su lectura. Si uno supera esa recreación tan frecuente de las acciones más escandalosas, podrá gozar de una discusión sobre la naturaleza del hombre que siempre es interesante.
© Freakdemonium