La serie nos ubica en Nueva York, con un Frank Castle
volando por debajo del radar después de haberse vengado de los que causaron la
muerte de su familia e intentando llevar una vida normal. Pero pronto va a
descubrir dos cosas: El punisher sigue sediento de sangre y existe una
supra-conspiración más allá de la muerte de su familia. No dudará en retomar
las armas.
La serie sigue la línea de lo visto en Daredevil, aunque
quizás se trata de un Punisher algo más “tierno” y con más lazos personales de
lo que a mí me gustaría. Incluso va a recuperar viejas conocidas. Pero si algo
hay que reconocerle a Netflix es que la coreografía y la estética de la violencia
que ejercen los personajes está realizada de forma magistral. Evidentemente,
como el 99% que lea esto, no he estado en el ejército ni mucho menos en fuerzas
especiales, pero los movimientos que tiene, la forma de luchar y recibir daño
me parece muy realistas. Recuerdo las películas de finales de los 80 cuando
parecía que habían comprado las ametralladoras de plástico en una tienda de
disfraces. Está todo muy conseguido.
Mi recomendación es que la veáis. La de Daredevil la
tendríais que ver también, al menos la trama del Punisher. Por si acaso os dejo
la escena de la prisión:
