La historia, pues un poco la épica
que siempre hemos oído. El Rey Leónidas con 300 espartanos se dispone a bloquear
el movimiento del ejército persa en un angosto paso para retrasarlos cuanto
pueda. En el apogeo de Esparta, esta fue reconocida como cuna de un brutal
ejército profesional (aunque compuesto por ciudadanos) con soldados entrenados
desde pequeños para ser letales y disciplinados en el campo de batalla. Los
números aquí no importan (más bien había miles de griegos) tanto como que la
historia se convirtió en mito porque en parte sí que fue una proeza. El
ejército persa no era cualquier cosa ni era precisamente pequeño.
Una vez más, para magnificar la
gesta y el tamaño del ejército persa, el director recurre a todo tipo de tropas
con una espectacular factura visual. Elefantes, rinocerontes, todo tipo de soldados,
caballería, granaderos y hasta los famosos inmortales. Una escalada para
demostrar que no cualquier cosa podía desafiar la habilidad de Leónidas y sus
hombres.
Mientras tanto, el drama también
se desarrolla en Esparta, donde se libra una lucha política entre bambalinas en
la que Theron, consejero influyente y comprado por los persas, intenta por
todos los medios desacreditar a la reina y evitar una respuesta de Esparta con
toda su fuerza sobre el ejército persa en alianza con otras ciudades griegas.
Los actores están magníficamente
escogido y caracterizados. Amén de los 300 juegos de abdominales perfectos que
se lucen entre los espartanos, están actores quizás no tan famosos entonces, pero
conocidos en el género (algunos de la película Troya o el Señor de los Anillos):
Gerard Butler (Leónidas), David Wenham (Narrador – Dilios), Vincent Regan
(Capitán), Michael Fassbender (Stelios), Lena Headey (Reina Gorgo). Mención
especial a Rodrigo Santoro, que hace de Jerjes, y está increíblemente conseguido.
